jueves, 27 de marzo de 2014

Rabia.

Si hablamos de decepción me quedaría corta.
En los últimos años siempre he estado esperando a que lo hicieras...
Y cuando menos lo esperaba, ahí llegas haciendo eco de tu indiferencia por cobarde.

Porque no has tenido los cojones suficientes de decir nunca la verdad.
No te creo ni media palabra, y mira que ahora ni intentas mentirme.
Porque no haces nada, no hablas.
Te digo más, si no supiera como funciona el ser humano creería que ni siquiera te late el puto corazón.

Las decepciones nunca vienen solas.
Vienen acompañadas de miles de sentimientos feísimos: rabia, incertidumbre, miedo, asco... rabia, rabia y más rabia.

Pero tiene que ser interesante el cómo te tienes que sentir tú.
Porque querido, yo siempre he estado para ti,
esperándote con esa sonrisa de imbécil y una gran sonrisa de imbécil,
y una gran banda en los ojos que no me dejaba ver luz.

Y yo tengo culpa de mi sufrimiento.
Porque he permitido que entraras sin tener que tocar ni siquiera al timbre.
Que gran error.

¿Sabes una cosa? Creo en el Karma.
Y se me pone una gran sonrisa cuando imagino lo que me espera.
No sé si tú podrás estar tan tranquilo.

Amor. ¿Duermes bien?
¿La sigues besando a ella pensando que eres un buen hombre?
O mejor, ¿has llegado a ser un hombre alguna vez en tu puta vida?

Mientras escribo esto hay mucha rabia, sí. Pero no es casual,
llevo unas semanas intentando que se vaya, pero sigue aquí.
No he sentido pena ni un segundo,
quizás ya estaba preparada para que fallases.

Oh! Sí, que me fallases tú.
Hombre honorable dónde los haya,
ese cordero que tiene más peligro que un lobo hambriento y salvaje.
Cuánta ironía encuentro en tu persona.

Y, qué bonito era quererte. ¿Recuerdas?
¿Te acuerdas de cuando me decías ''te quiero''?
¿De los ''abrázame quiero estar a tu lado''?
¿De los ''que pocos días faltan para estar contigo''?
¿De cuando estabas besándome y me decías cuánto me habías echado de menos?
¿O de cuando decías estar arrepentido por haberme dejado aquí?
¿De no haberme querido más?
¿Te acuerdas de si era verdad? Me gustaría saberlo.

El tiempo pone a cada uno donde se merece.
Quizás no lo sepas hoy, pero llevas equivocándote toda tu vida, incluso antes de conocerme.
Y por eso lo digo con tanta seguridad.

Porque te he visto fallar desde lejos,
porque te he visto fallar a otros desde cerca,
porque te he visto intentar fallar,
y finalmente,
porque me has fallado.

Antes yo no lo sabía,
pero por suerte, hoy ya no hay más pañuelos de humo que me tapen los ojos.
Los he abierto.
Te veo.
Tal y como eres.


GRACIAS POR ELLO.

lunes, 17 de marzo de 2014

Humo.

Pensé que me quería.
Y muchas veces la quise y me dejé querer,
muy por encima de mis posibilidades.

Me empeñé en creerme importante,
única, e incluso especial,
pero nada más lejos.

Siempre ha existido algo o alguien
para él
por delante de mí,
de nosotros... de lo nuestro.

Que me he negado tantas veces
a la realidad,
que mi alma se ha alimentado de sus mentiras.

He vivido de falsas esperanzas,
de ''te quieros'' en la distancia,
de tanto humo que me daría para un libro.

Esta espiral que es sólo mía me ha tragado,
y sólo a mí,
porque tú siempre has mirado desde fuera.
Desde arriba, desde lo alto.

Y, ¿qué hago ahora con todo éste rencor que llevo dentro?
¿qué hago con la rabia que me lleva hacia ti?
Qué hacer sino es olvidar(te).


Que no me has dejado más opción que pasar página para siempre.

miércoles, 26 de febrero de 2014

Déjame.

Hoy me emborracharé por todos los momentos que viví,
por los que vivo, y por los que me quedan.

Muchos fueron a tu lado,
en tantos otros no estabas...
Pero, me quedo con esos en los que estarás.

Por lo que queda por sentir,
por los que no pudieron sentirlo,
y por los que algún día lo sentirán.

Que amor mío,
éstas cicatrices en mi alma llevan,
nuestro nombre grabado,
las risas,
y, tú corazón.

Jamás lamenté el amarte,
ni lo hago, Hoy.
Y sería imposible hacerlo, mañana.

Por que me gusta,
cada marca que has dejado,
aunque muchas invisibles,

Mil lágrimas.
Se (me) derramaron.

Pero, tú.
Llegaste como una bocanada,
de aire fresco,
después de la tormenta.

No me dejes escapar...
Cuántas veces lo habré rogado,
no me dejes,
Nunca.

Y, te fuiste.
Viniste.
Y, volverás a partir.




Porque siempre te han gustado
los reencuentros,
aunque no siempre
fueron casuales.

Déjame ésta vez,
mirarte dos minutos.
Antes de que cruces la puerta.

Que sabes que con eso,
me da para vida y media.

Dejándome,
sola,
otro día más.

Así sabrás echarme de menos,
decías.

Yo te eché de menos,
ese día,
hoy,
y, todos los días que me quedan.

Aunque estés,
a mi lado.
Pues sé, que al final,

te irás.

Superar(te).

Buenas noches, hoy escribo para decirte(te) que me he cansado.
Me cansé de hacerlo todo sola; caminar, correr, reír, llorar, hablar...
Siempre sola.

Escribir(te) quizás no soluciona nada,
pero quiero que sepas que no quiero esto más,
que quiero alguien que me quiera todos los días,
que me haga feliz todos los días,
que los días empiecen y acaben conmigo en su mente.

Expresar(te) esto no es fácil para mí,
créeme,
pero me he cansado de remar contra corriente,
que no se puede ir tanto tiempo contra marea.

Tú tienes tu vida hecha,
y yo seguiré aquí.
Sola.
Esperándote, o no.

Pero, ¿sabes qué?
Valgo más de lo que muchos e incluso tú crees.
Porque no he nacido para ser la segunda opción de nadie.
Que nací para que me llevasen por bandera.

Creo que es la segunda cosa más difícil que me ha costado hacer,
pero me merezco más.
Mucho más, lo sé.

Y sé que estando así.

No voy a poder superar(te).

martes, 25 de febrero de 2014

No sin tus embestidas.

Justicia...
Que si tú y yo hablamos de justicia se pararía el mundo de golpe.
Porque hemos jugado siempre a eso de ver quién da más fuerte.
Porque lo justo hubiera sido querernos y que no existiera el daño,
pero nos empeñamos tantas veces en lo inmoral que acabamos siéndolo.

Que la justicia sería no haber salido nunca de entre tus brazos,
de tus piernas o de tus labios.
Que lo justo dejo de serlo en el instante en el que decidiste dejarme aquí,
para irte lejos..
para acabar mirando los ojos de otra y hacerla sentir mujer...
aunque sólo fuera un instante.

La injusticia está en mis lágrimas cuando no te tengo,
y en mis risas cuando estás,
ya que sólo las primeras saben de realidad.

Que viviría ésta mentira tan injusta los años que hiciesen falta,
a pesar de verte sonriéndole a ella...
sólo si prometes volver a mí, porque cada centímetro de mi piel se siente solo.

Que justo quisiera tenerte delante para decirte que se acabó,
pero al final sé... que no podría.
Hazme tuya una vez más,
aunque me condenen presa de la razón por ser tan injusta conmigo misma.


Que prefiero una puñalada tuya en el corazón que vivir sin tus embestidas.

viernes, 14 de septiembre de 2012

The Feeling box.




Intento saber quién soy. Abro la caja de sentimientos, los observo, los analizo y los dejo estar. Más tarde, tras varios minutos mirando hacia el mar, vuelvo a poner fin. Cojo la caja y la cierro. No quiero ver más, he visto suficiente, recordado e imaginado bastante.

            Unos días después, miro hacía la calle, miro hacia un lado y me miro a mí. Vuelvo a abrir mi caja. Saco todo lo que hay dentro; mis fotografías, mis cartas, mis sentimientos… todo. De pronto noto esa curiosa humedad impregnando mi cara. El río ha vuelto al cauce y no hay suficiente espacio cúbico. Se vuelve a desbordar.
            Sin pensarlo no más de diez minutos, cierro mi caja, dejando un pequeño resquicio en el que se pueda respirar. Estoy otra vez armada. Lista para acabar.

            Salgo a la calle, es el propósito de hoy. Miro los escaparates, entro en los establecimientos, toco las texturas, huelo los olores, cierro los ojos, le doy al ‘play’ y escucho... el tintineo de un cascabel, el replicar de una campana, el paso acelerado de mi entorno. Escucho el océano aún estando tan lejos, el eco de mi voz y una melodía desconocida. Pero no compro nada. No escojo nada. Retomo el paso, sigo caminando.

            Atardece, anoche y amanece, sigo aquí, parada. No había visto jamás una señal de ‘stop’ dentro de la cabeza de nadie. Pero ahí está, la puedo ver aún teniendo los ojos abiertos. Los cierro. Los vuelvo abrir. Y tras cientos de intentos, desaparece. Ahora puedo. Me pongo los zapatos más cómodos del armario y camino. Nadie me marca el camino, no tengo punto fijo, he perdido el Norte.

            Tras largo tiempo buscando, encuentro mi brújula, estaba tan cerca de mí que no lograba verla. Me calzo cualquier zapato, me pongo cualquier ropa, ni siquiera me cepillo el cabello. Agarro las llaves y miro por la ventana. El mundo está ahí. Se mueve. Está vivo. Puedo sentirlo. De pronto mi corazón empieza a palpitar de nuevo. Pon, pon, pon… no se para. Sencillamente un paso acompasado por el correr de mis venas, es perfecto.

            De pronto comienzo a correr, hacia dónde voy. E ahí el misterio. Para de hacerlo. Respiro y dejo que la sangre fluya cada vez más despacio. Retomo el paso, ahora, voy al trote. Vuelvo a respirar. Respiro y mis pulmones se llenan de un delicioso oxígeno. Algo sucede en mi rostro. Mi boca se estira hacía los lados y mis ojos miran un punto fijo. No sé que está sucediendo. Creo que se llama sonrisa, de nuevo corro. El miedo se apodera de mí.

            Amanece. He visto el primer rayo de sol entrando por la montaña. Mis ojos cansados buscan refugiarse en sus párpados. No lo permito. Aunque en algún instante el cansancio se apodera de ellos. Poso mi mirada en algo. Intento apreciar su belleza. Miles de descripciones rondan mi mente; bello, triste, romántico, feliz… todo está en los ojos del que mire.

            Cansada de tanta excitación visual, busco un escondite. Cierro mis ojos. Duermen, con la conciencia despierta. Una sintonía. Un anuncio. Un programa de televisión. El libro que leí. Van pasando poco a poco por mi imaginación. Abro mis ojos.

            De manera intencionada, vuelvo a buscar mi caja. Está guardada en algún rincón inhóspito el cual no consigo hallar. Busco. Observo. Abro mis ojos. Los cierro. Ahí está. Parece que buscando con el alma se hallan las respuestas. Enciendo la luz y destapo mi búsqueda. Siguen ahí. Todo está tal y como lo dejé. Es hora de hacer limpieza.

            Recorro los pasillos. Forzando cada puerta en la que se me cerró el paso. Dejo el contenido adecuado en cada una de ellas. Censuro las puertas selladas. No hay vuelta atrás. Llego al final del pasillo. Todo ha terminado, ya puedo volver a empezar. Dejando algunas puertas abiertas y otras no.

Estoy agotada. Pero de nuevo se dibuja es trazo en mi boca. Creo que se llama sonrisa.

jueves, 26 de enero de 2012

Rugby (L


Estoy cansada de escuchar que el rugby es un deporte de bestias, juego sucio, peleas, gente mala, mal educados o simplemente gente que le gusta zurrar. O que sólo enseña a como ser más agresivos...
Pues a esas gente quiero decirles que a mí... 
El rugby me ha enseñado que el amor verdadero se encuentra en las cosas donde pones valor y esfuerzo. 

Que llorar es de cobardes si no es de alegría.

Que cada golpe es una oportunidad más de avanzar hacia tu destino.

Que el balón es tu vida y no debes dejarla escapar nunca.

Que la magia no sale de la nada, sale del jugador que lucha.

Que la amistad revasa el límite entre gente honesta y emprendedora.

Que la peor decisión que se puede cometer es no tomar ninguna.

Que el calor de tu equipo no lo aporta ninguna estufa.

Que las sonrisas y palabras sinceras brillan en los ojos del emisor.

Que después de caerte y recibir un golpe tienes que levantarte sin más.

Que los individualismos no valen nada si no tienes el apoyo de tus compañeros detrás.

Que el dolor y sufrimiento agotan pero tienes seguridad para salir adelante.

Y pensar que a mí el rugby hace algunos meses no me aportaba nada...
Hoy sé que me hubiese perdido demasiadas cosas buenas si el destino no me hubiese puesto aquí.

Hoy, yo me considero jugadora de rugby de corazón...