Estoy cansada de
escuchar que el rugby es un deporte de bestias, juego sucio, peleas, gente
mala, mal educados o simplemente gente que le gusta zurrar. O que sólo enseña a
como ser más agresivos...
Pues
a esas gente quiero decirles que a mí...
El rugby me ha
enseñado que el amor verdadero se encuentra en las cosas donde pones valor y
esfuerzo.
Que
llorar es de cobardes si no es de alegría.
Que cada golpe
es una oportunidad más de avanzar hacia tu destino.
Que
el balón es tu vida y no debes dejarla escapar nunca.
Que la magia
no sale de la nada, sale del jugador que lucha.
Que
la amistad revasa el límite entre gente honesta y emprendedora.
Que la peor
decisión que se puede cometer es no tomar ninguna.
Que el calor
de tu equipo no lo aporta ninguna estufa.
Que
las sonrisas y palabras sinceras brillan en los ojos del emisor.
Que después de
caerte y recibir un golpe tienes que levantarte sin más.
Que los
individualismos no valen nada si no tienes el apoyo de tus compañeros detrás.
Que
el dolor y sufrimiento agotan pero tienes seguridad para salir adelante.
Y
pensar que a mí el rugby hace algunos meses no me aportaba nada...
Hoy sé que me
hubiese perdido demasiadas cosas buenas si el destino no me hubiese puesto
aquí.