Si
hablamos de decepción me quedaría corta.
En
los últimos años siempre he estado esperando a que lo hicieras...
Y
cuando menos lo esperaba, ahí llegas haciendo eco de tu indiferencia
por cobarde.
Porque
no has tenido los cojones suficientes de decir nunca la verdad.
No
te creo ni media palabra, y mira que ahora ni intentas mentirme.
Porque
no haces nada, no hablas.
Te
digo más, si no supiera como funciona el ser humano creería que ni
siquiera te late el puto corazón.
Las
decepciones nunca vienen solas.
Vienen
acompañadas de miles de sentimientos feísimos: rabia,
incertidumbre, miedo, asco... rabia, rabia y más rabia.
Pero
tiene que ser interesante el cómo te tienes que sentir tú.
Porque
querido, yo siempre he estado para ti,
esperándote
con esa sonrisa de imbécil y una gran sonrisa de imbécil,
y
una gran banda en los ojos que no me dejaba ver luz.
Y
yo tengo culpa de mi sufrimiento.
Porque
he permitido que entraras sin tener que tocar ni siquiera al timbre.
Que
gran error.
¿Sabes
una cosa? Creo en el Karma.
Y
se me pone una gran sonrisa cuando imagino lo que me espera.
No
sé si tú podrás estar tan tranquilo.
Amor.
¿Duermes bien?
¿La
sigues besando a ella pensando que eres un buen hombre?
O
mejor, ¿has llegado a ser un hombre alguna vez en tu puta vida?
Mientras
escribo esto hay mucha rabia, sí. Pero no es casual,
llevo
unas semanas intentando que se vaya, pero sigue aquí.
No
he sentido pena ni un segundo,
quizás
ya estaba preparada para que fallases.
Oh!
Sí, que me fallases tú.
Hombre
honorable dónde los haya,
ese
cordero que tiene más peligro que un lobo hambriento y salvaje.
Cuánta
ironía encuentro en tu persona.
Y,
qué bonito era quererte. ¿Recuerdas?
¿Te
acuerdas de cuando me decías ''te quiero''?
¿De
los ''abrázame quiero estar a tu lado''?
¿De
los ''que pocos días faltan para estar contigo''?
¿De
cuando estabas besándome y me decías cuánto me habías echado de
menos?
¿O
de cuando decías estar arrepentido por haberme dejado aquí?
¿De
no haberme querido más?
¿Te
acuerdas de si era verdad? Me gustaría saberlo.
El
tiempo pone a cada uno donde se merece.
Quizás
no lo sepas hoy, pero llevas equivocándote toda tu vida, incluso
antes de conocerme.
Y
por eso lo digo con tanta seguridad.
Porque
te he visto fallar desde lejos,
porque
te he visto fallar a otros desde cerca,
porque
te he visto intentar fallar,
y
finalmente,
porque
me has fallado.
Antes
yo no lo sabía,
pero
por suerte, hoy ya no hay más pañuelos de humo que me tapen los
ojos.
Los
he abierto.
Te
veo.
Tal
y como eres.
GRACIAS
POR ELLO.